EL ALTO PRECIO DE LOS PREDICADORES ESTRELLAS
Mario Fumero.
En la Edad Media la Iglesia de Roma adquirió muchas riquezas a través de vender puestos dentro de su seno, o por medio de bulas o indulgencias, o por la adquisición de supuestas osamentas de santos o reliquias, a donde los feligreses iban a dejar sus promesas en dinero, oro o plata.
Hoy día las iglesias evangélicas, de la cual formó parte, ha diseñado otra forma más vil de obtener dinero para enriquecer a algunos listos que han tomado el evangelio como un “modus vivendus”, y es por medio de la venta de espectáculos con matices espirituales, convirtiéndose en un lucrativo negocio, en donde se han adaptado los esquemas del mundo, con su inmundicia, para entretener y anestesiar las conciencia de los creyentes, y para comprender mejor lo abominable de este fenómeno, les revelare la forma en que opera el oculto mundo de las “estrellas evangélicas”.
El predicar es un deber porque “hay mí si no predico este evangelio” (1 Cor 9:16), pero cuando el predicador se hace famoso, o es usado por Dios, entonces el enemigo trabaja para corromperlo, y sus dos armas preferida son el amor al dinero (1 Timo 6:10) y la fama o sentirse superior a los demás (Rom 12:3). Es entonces cuando deja de ser un siervo para transformarse en un SEÑOR, lo que lo lleva a cotizarse a un alto precio, adquiriendo un concepto errado de sí mismo que lo endiosa y corrompe.
A más popularidad y fama, más alto es su precio en la acción de ministrar. A más títulos, más cuesta su mensaje o ministerio. Este fenómeno ha promovido una era de apóstoles y doctores fabricados según los intereses dominantes. Invitar a estos afamados predicadores tiene un alto costo, y ellos mismo se cotizan, estableciendo condiciones onerosas a cambio de campañas o seminarios.
Si le añadimos el hecho de poder dar unciones o ministrar “dones espirituales” entre los cuales figuran el de profecía o sanidades, su precio es aún mayor. Algunos llegan a proclamar decretos y pactos, como si fueran diputados celestiales o reyes, con complejos de iluminados o enviados especiales, con poderes sobre el mismo Señor Jesús al cual le ordenan hacer lo que ellos quieren.
Estos falsos ministros condicionan sus presentaciones a una buena paga, exigen hoteles de 5 estrellas, y andan con sus escuderos que le secan el sudor, le llevan el maletín, y les sirven incondicionalmente. Algunos hasta tienen manager o representantes que manejan sus agendas, y establecen contratos. Estos mal llamados siervos, entran por la puerta de atrás, evitando a la gente, traen mensajes sazonados con falsas esperanzas, y endulzan con palabras lisonjeras el oído de la gente (Jer 9:5, 23:32), proclamando y predicando aquellos sermones que le gusta a la carne, como el ser rico, parar de sufrir, sentirse grande etc.
Sus enseñanzas alimentan la vanagloria, soberbia, afán, riqueza y ambición, no sin antes añadirle un toque de egocentrismo, envidia e hipocresía. Todo mensaje que alimento la codicia y la vanagloria es del diablo, y la Biblia enseña que tales acciones son pecaminosas (Exo 20:17, 2 Pd 2:14, Fil 2:3, Mt 23:12).

Estas iglesias se nutren de la ambición, el engaño, y de profetas mentirosos que buscan traer al pulpito “mensajes novedosos”, pretorios de chistes, muchas veces obscenos y burlescos[2] que hacen afrenta al Señor Jesús. ¿Encontró alguna vez en los evangelios mensaje al estilo moderno?
Debemos saber discernir entre el verdadero siervo de Dios, de aquellos que siendo lobos, se visten como ovejas, que aparentan piedad para engañar el corazón de los ingenuos (2 Tim 3:5 Rom 16:18, Mt 7:15), porque tristemente nuestro pueblo evangélico no tiene entendimiento de la Palabra y se complace con el espectáculo. Unas danzarinas al frente, unas palabras pre-elaboradas, que son técnicas de lavado de cerebro, una música que mueve la carne, una promesa de inmortalidad y riquezas, un chiste gracioso y sin contenido de enseñanza etc. y la gente se siente contenta. ¿Hacia dónde vamos con esta moderna retórica de los falsos apóstoles? Indudablemente hacia la apostasía y herejías destructoras.
Debemos ahondar el tema y en el próximo análisis quiero enfocar la corrupción existente dentro del mundo de los llamados artistas cristianos, y así tener un amplio panorama del mercantilismo que en nombre de Jesús se hace en muchas iglesias evangélicas.
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